A Mari se le han perdido las palabras, por más esfuerzos que hace, éstas no quieren salir. “Le comieron la lengua los ratones”, dicen sus hermanos, pero ella sabe que las palabras siguen ahí, sólo están bien escondidas. Cuando llegan las vacaciones, Mari viaja y conoce nuevos lugares y gente, y entonces las palabras aparecen poco a poco, como si recobraran la fuerza y le dieran a Mari el valor y la seguridad perdidas. Una historia que conmueve y fascina a todos los lectores, pero sobre todo a los más calladitos…