Bajando el río Coco, del último caserío misquito aguas abajo, como cinco millas marinas a mano izquierda, desemboca, dicen, un pequeño caño llamado Caño de Apalka. De la pluma de Ernesto Cardenal, se relata en este libro una laguna llena de colores, orquideáceas y tucanes, como en el cine o en algún sueño.