Una mañana, al despertar, el hombrecito amanece con la panza vacía. Corre a visitar al panadero: “Panadero, por favor, dame pan, ¡porque tengo hambre!”. Pero el pan no se regala, se vende. El hombrecito entonces comprende que las cosas que uno quiere hay que buscarlas y trabajar por ellas y así lo hace.