Aunque en los últimos años ha crecido la producción de audiolibros, hay editores que siguen teniendo resistencia al formato de audio. Y lo entiendo, la experiencia de leer un libro en papel, apreciar su portada, su diagramación, la tipografía elegida, los gráficos, las ilustraciones; y ese placer de darle vuelta a las páginas… ¡Vaya! El solo hecho de tener en las manos un objeto con tanta relevancia en la historia de la humanidad, es, sin duda, única.
Y cuando de libros para niñas, niños y jóvenes se trata, esa resistencia es aún más comprensible. Surgen dudas sobre los detalles editoriales propios de estos libros: ¿Qué pasará con las ilustraciones?, ¿con el color y las formas? ¿Cómo mostrar el bosque encantado o las montañas a lo lejos? ¡Y qué decir de los protagonistas de la historia!, ¿las niñas no van a conocer sus rostros? ¿Cómo los van a distinguir en un audiolibro, si es sólo “audio”?
El audiolibro es un aliado del libro impreso
Todas las dudas son comprensibles, pero tal vez podrían disiparse si comprendemos que el audiolibro es un producto en sí mismo. El audiolibro está lejos de ser sólo la lectura de un texto; es una recreación de éste. Una manera de darle vida al libro, e incluso, un aliado suyo; pues respeta la creación y le da al lector elementos sensoriales para que esa historia sea aún más memorable.
Mi intención en estas líneas es compartir algunas experiencias que hemos vivido en Audiobuk, como productores de audiolibros para niñas y niños. Esa rica experiencia de llevar al sonido una historia narrada con letras impresas e ilustraciones.
La importancia de los sonidos en nuestra vida
La voz humana es capaz de crear imágenes indelebles en la mente de las personas. Todos guardamos en la memoria una frase de afecto dicha por alguien a quien admiramos. También recordamos el sonido exacto de la forma en que mamá nos llamaba a la mesa. Un grito de gol nos emociona. Un susurro nos reconforta.
Probablemente, has tenido una discusión donde tu interlocutor ha dicho: “Lo que me molestó no fue lo que dijiste, sino cómo lo dijiste”. Porque el contenido de lo que decimos es tan importante como la manera en que lo hacemos. Lo mismo pasa en la producción de audiolibros: es clave elegir los sonidos y las voces que contarán la historia. Así, para llevar un libro ilustrado al audio, lo primero es encontrar actrices y actores con experiencia y con un gran manejo de voz; porque ésta es el instrumento expresivo que va a conseguir que ese “cómo lo dijiste” sea el que buscamos para transmitir el contenido.
¿Cómo usar la voz para caracterizar a un personaje?
El arte visual es fundamental en los libros para niños. Para conservar su potencia expresiva, consideramos que ilustradoras e ilustradores son homónimos de las actrices y los actores vocales. De este modo, la voz será quien les confiera a los personajes los atributos que les dio la ilustración.
La imagen de una princesa henchida de amor tendrá una expresión vocal adecuada a su emoción: toda suavidad, ternura y suspiros. La voz del ogro será gruesa, grave y tosca. Al travieso ratoncito le vamos a dar una vocecita pequeña, aguda y alerta. En cambio, el Tyrannosaurus rex tendrá una voz grave, firme y de gran amplitud… Claro, siempre y cuando no sea Rex, el tierno dinosaurio de Toy Story.
En el mundo todo tiene un sonido
Todos los sonidos están grabados en nuestra memoria auditiva; ocurre algo similar con la cualidad evocativa de los olores. Tal vez viste ese video viralizado de un anciano con Alzheimer, postrado en una silla de ruedas; cuando escucha una canción de su juventud, reacciona con alegría, se mueve, canta: despierta.
Así funciona el sonido, no es necesario explicarlo, simplemente es: un ladrido, un maullido, un mugido o un balido. El viento entre las hojas, un riachuelo o el océano, la ciudad o el pueblo, un espacio interior o una amplia llanura. Trasladar los sonidos que habitan en las páginas ilustradas de un libro es una de las tareas más desafiantes y entretenidas. Actualmente, existen infinitos recursos para incorporar sonidos a un audiolibro infantil, y aquellos que no existen, pues los inventamos.
¿Y cómo se trabaja la historia en un audiolibro?
Uno de los grandes aportes que la literatura ha hecho al mundo son las historias. Ya nadie se sorprende al leer en los créditos de una película o serie: “Basado en la novela tal y cual”; o “Adaptación del cuento éste o del otro”. Lo mismo pasa con los audiolibros: la base es la historia que cuenta el libro ilustrado. Por eso, al adaptar esa historia al formato de audio, la tratamos como una materia delicada y sensible; la respetamos manteniendo al máximo su integridad artística.
Nuestro aporte, por curioso que parezca, es intervenir lo menos posible en “la letra del texto”; adaptamos sólo aquello que ni con sonidos o voces podemos mostrar: una puesta de sol, una nube, una mota de algodón… Dicho esto, soy de la opinión de que todo tiene un sonido; el gran desafío es descubrir cómo suena el sol, o una estrella o una mota de algodón. Con ingenio y creatividad podemos sonorizar hasta lo más silencioso del universo.
El audiolibro libera la imaginación
Llevar un libro ilustrado para niñas, niños o jóvenes al formato del audiolibro es crear una obra nueva a partir de la original. La diferencia con los medios audiovisuales, como el cine o la televisión, es que el audiolibro sigue dejando ese espacio necesario para la imaginación infantil. Por eso, es irrepetible, porque depende de la imaginación de quien lee escuchando.
Piénsalo de esta forma: un audiolibro para niñas, niños y jóvenes es una adaptación; permite multiplicar el alcance de tantas historias que están latentes en las páginas de un hermoso libro de papel.