Mi historia sobre migración

Los cambios de casa nos obligan a arar nuevas tierras, algunas llenas de piedras, bichos y barrancos. Con el tiempo, muchos nos adaptamos a las nuevas realidades que trae una mudanza; especialmente si nuestros padres tienen recursos sentimentales —amor, comprensión, paciencia— y económicos, para suavizar los cambios que podríamos experimentar. Un desplazamiento siempre trastorna nuestra vida, pues dejar la casa donde crecimos nos causa rupturas conmovedoras.

Cuando la migración es forzada

La falta de trabajo, de un futuro sano; las amenazas de maras y gobiernos a muchos nos obligan a arriesgarlo todo para buscar una vida más estable. Sin embargo, lo que están padeciendo los centroamericanos —haitianos, cubanos y venezolanos— hoy en día, es de otro orden. Me quita el aliento.

No hay palabras para describir la situación de patojos y patojas, como llamamos a los muchachos y muchachas en Guatemala; abordan trenes en México con nombres como “La Bestia”, donde están sujetos a cualquier tipo de asaltos y violaciones. Todo para terminar viviendo hambrientos en las calles o en meras jaulas en la frontera con los Estados Unidos.

Yo también soy migrante

En mi libro La casita suavicé las rupturas que implicó mi desplazamiento en términos más o menos aguantables y aun divertidos. Retraté la situación de Guatemala en 1954, cuando unos militares traidores, respaldados por el gobierno estadounidense, derrocaron a Jacobo Árbenz; el único presidente que intentó mejorar la vida de los guatemaltecos más pobres y vulnerables.

Así retrata el autor la violencia que había en Guatemala en 1954.
Así retrata el autor la violencia que había en Guatemala en 1954. Ilustración de Miguel Cerro Rico.

Con la escritura traté de transformar mis experiencias de susto y peligro en situaciones casi manejables. Pero también debo aceptar que fui afortunado. Mi familia tenía suficientes recursos para convertir la pérdida de nuestra casa y de nuestra vida en Guatemala en algo pasajero. Incluso, mudarnos a Estados Unidos nos abrió la puerta a otra forma de vida.

En su vuelo hacia Florida, los personajes se enfrentan por primera vez al inglés.
En su vuelo hacia Florida, los personajes se enfrentan por primera vez al idioma inglés. Ilustración de Miguel Cerro Rico.
En la nota que acompaña al libro, el autor explica por qué su familia salió de Guatemala.
En la nota que acompaña al libro, el autor explica por qué su familia salió de Guatemala.

Reflexión sobre el futuro

La infancia y la juventud no son cien por ciento felices, pero no deben estar llenas de terror e incertidumbre. Hay gente en el poder que puede usarlo para bien; tiene dinero, oportunidades y herramientas para prevenir que los adolescentes vivan en un estado de inseguridad y de terror.

La nutrición, la educación y el derecho de vivir en situaciones pacíficas deberían ser derechos humanos efectivos y no opciones de vida. Pero sigo siendo optimista; sé que un día tendremos gobiernos que realmente se ocupen de mejorar la vida de la gente que sólo ha conocido la miseria.

Autor

  • Fotografía: Maj Lindstrom. Nació el 6 de noviembre de 1950 en la ciudad de Guatemala. Debido a la situación política que imperaba en su país, emigró con sus padres a Florida a la edad de 4 años. Años más tarde, obtuvo la licenciatura en Literatura por la University of Massachusetts, y la maestría en Poesía y Traducción por Columbia University. En 2014 recibió el Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias de Guatemala por su trayectoria literaria. Destaca también su trabajo como traductor entre español e inglés, entre ellos, libros de Rigoberta Menchú y Silvia Molina. Actualmente, es profesor de City College de Nueva York y representante en Estados Unidos de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.